viernes, 6 de mayo de 2011

Aprendiendo hacia Ítaca

La vida nos da continuas y cotidianas lecciones sobre dos de sus grandes secretos. Algunos de ellos se encuentran en este gran poema del poeta griego K . Cavafis: Ítaca (el lugar hacia el que caminamos, nuestras elecciones vitales, nuestra vida, en definitiva) es solo un viaje, un viaje de no retorno que hay que disfrutar segundo a segundo, sin esperar nada más allá de la simplicidad y la hermosa de su desarrollo diario, pues al final "no tiene ya nada que darte/ Aunque la halles podre, Ítaca no te ha engañado", aunque tal vez tú si lo hayas hecho si no has aprendido durante el camino.
Por otro lado, las adversidades del viaje son, en gran medida, una proyección de nosotros mismos: "No temas a los lestrigones/ ni a los cíclopes ni al salavaje Poseidón/ seres tales jamás hallarás en tu camino/ si tu pensar es elevado, si selecta/ es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo".
Ítaca nos enseña, sigamos aprendiendo hacia ella.

"Ítaca"


Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.
Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas.

(C. P. Cavafis. Antología poética.
Alianza Editorial, Madrid 1999.
Edición y traducción, Pedro Bádenas de la Peña).

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