miércoles, 31 de agosto de 2011

Estudio de Don Quijote

EL TEXTO

El Quijote fue publicado en dos partes: la 1ª en 1605 y la 2ª en 1615.

El primer volumen aparece dividido en cuatro partes como se indica expresamente al final de los capítulos 8, 14 y 27.

En la trama de El Quijote concurren numerosas historias que se pueden clasificar en función de la persona que las narra:

a.-Las hª relatadas por el narrador principal, D. Quijote o Sancho o los que actúen bajo una personalidad fingida son las únicas necesarias para la comprensión y desarrollo de la historia principal (la Hª del ingenioso hidalgo-1ª parte- y caballero –2ª parte- D. Quijote de la Mancha.

b.-Las historias relatadas por otros personajes no son necesarias para el desarrollo de la principal. Sin embargo algunos de estos protagonistas se integran en la trama de la acción principal como personajes secundarios.

c.-Tanto los personajes como la trama de “El Curioso Impertinente” – novela independiente que se introduce mediante el artificio del manuscrito encontrado y es leída por el cura a los personajes presentes en la venta (I, 33-35) son ajenos por completo a la historia principal o central.

Las historias a las que se refieren los apartados b y c son interpolaciones y son ajenas a la trama principal.

LA HISTORIA PRINCIPAL

El eje argumental de la novela lo constituye la narración del proceso de la locura del hidalgo y las aventuras que corre mientras dura su enajenación.

Este argumento se desarrolla linealmente a través de una serie de episodios que suceden en el itinerario que sigue D. Quijote. Dentro de los episodios, unos son fundamentales, es decir, son necesarios para la comprensión de la historia principal; otros son secundarios y no cumplen un papel primordial en la historia ni son indispensables para su comprensión.

EL ARGUMENTO

LOS EPISODIOS FUNCIONALES

Son los episodios básicos para la comprensión del argumento.

I PARTE

-Proceso de su locura: Alonso Quijano, al que se le ha secado el cerebro por la lectura constante de libros de caballerías, decide revivir la caballería andante y salir a deshacer todo tipo de agravio para acrecentar su honra y servir a su república. (Cp. 1)

-Invención de personajes: Para ello, crea los personajes de D. Quijote –que él mismo encarnaré-, Rocinante –su propio caballo- y Dulcinea –la moza labradora Aldonza Lorenzo, vecina de su lugar-, y prepara sus armas. (Cp. 1).

-Primera salida: Al salir en busca de aventuras, cae en la cuenta de que, según las leyendas de caballerías, no puede enfrentarse con otros caballeros por el hecho de no estar envestido como tal. (Cp. 2).

-Investidura y primeras aventuras: En su primera aventura triunfa contra unos arrieros –que comprende que está loco e inmediatamente es armado caballero, burlescamente, por un ventero (c. 3). Triunfa, sólo aparentemente, en la aventura de Andrés. Y es derrotado al tropezar Rocinante, en la aventura de los mercaderes de Toledo (Cp. 4).

-Vuelta a la aldea. Primer escrutinio: Pedro Alonso, labrador vecino de D. Quijote, lo encuentra molido y sin juicio, y lo devuelve a su aldea, (Cp. 5). El cura, el barbero, la sobrina y el ama hacen el escrutinio de los libros de D. Quijote, queman la mayoría de ellos y tapian la entrada de su biblioteca, cuya desaparición atribuye a la intervención de un sabio encantador, enemigo suyo. (Cp. 6).

-Segunda salida. Sancho Panza: D. Quijote toma como escudero a Sancho, labrador de su aldea. Segunda salida (Cp. 7) e inmediata derrota de los molinos (Cp. 8).

-Cide Hamete, primer autor: La aventura del gallardo vizcaíno queda dispensa porque, según nos dice el narrador, el primer autor de la historia no encontró la continuación (Cp. 8).

Se relata el hallazgo posterior del manuscrito de Cide Hamete Benengueli, que permite que el narrador continúe (Cp. 9). Triunfo de D. Quijote en la aventura del vizcaíno, en la que, no obstante, pierde media oreja y la celada. (Cp. 9)

-Discurso de la Edad Dorada. Manteamiento de Sancho: D. Quijote desarrolla su idea de la igualdad entre los hombres y ejemplifica el origen de la caballería andante (Cp. 11).

Diálogo con Vivaldo acerca de Dulcinea (Cp. 13)

Manteamiento de Sancho en la venta. (c. 16)

-Caballero e la triste figura: Tras el triunfo de la aventura del cuerpo muerto, Sancho da a D. Quijote el nombre de Caballero de la triste figura. Comienza así a cimentarse la trama del caballero (C. 19).

-En Sierra Morena. Embajada de Sancho: D. Quijote hace penitencia imitando a otros caballeros desdeñados por sus damas, aun cuando él no lo haya sido.. Revela a Sancho que su amor por Dulcinea es platónico. Sancho es enviado en una embajada ante Dulcinea (Cp. 25).

-Primera aventura fingida: Acuerdo entre el cura y el barbero (Cp. 26), al que después se sumara Dorotea para fingir una aventura, la muerte del gigante usurpador del reino de la princesa Micomicona (Cp. 29-30) y embaucar a D. Quijote para devolverlo a su aldea.

-Invención de Sancho: Tras encontrar al cura y al barbero, Sancho retorna ante D. Quijote sin haber cumplido la embajada; no obstante fingirá haberlo hecho, inventando todo tipo de detalles (Cp. 27).

-Interpolaciones. El baciyermo. Encantamiento de D. Quijote: En la venta. Núcleo de las interpolaciones. Episodio de baciyelmo (Cp. 44-45). El cura y el barbero fingen el encantamiento de D. Quijote, que es devuelto a su aldea enjaulado en un carro de bueyes. (Cp.46).

-Retorno a la aldea: Tras su derrota ante los disciplinantes, D. Quijote se siente incapaz de continuar y decide volverse a su aldea hasta que pase “el mal influjo de la estrellas. (Cp. 52).

-Final abierto: El autor afirma no haber encontrado la continuación de la historia. Añade, no obstante, que en la Mancha era fama que D. Quijote realizó una tercera salida en la que visitó Zaragoza, y que, accidentalmente fue encontrado un cofre con diversos epitafios dedicados al caballero (Cp. 52)

EL TEMA CENTRAL

El tema central es el choque que, en la sociedad de Alonso Quijano, produce la resurrección extemporánea del ideal de la caballería andante.

-Este ideal va contracorriente; pretende afirmarse en un mundo que, dispuesto a hacer el silencio sobre su prosaísmo y sus lacras, no puede asimilar dicha actitud.

-Don Quijote rechaza su tiempo:

(I, 10): “calamitosos tiempos”.

(I, 11): Discurso de la Edad de Oro.

(II, 1): “Triunfan ahora, por pecados de las gentes, la pereza, la ociosidad, la gula y el regalo”.

-D. Quijote es considerado loco precisamente por mantener una actitud contracorriente en la que sus contemporáneos no están dispuestos a seguirle. El conflicto persiste mientras D. Quijote permanece en su enajenación.

-D. Quijote afirma haberse hecho caballero para socorrer a los menesterosos y desvalidos –huérfanos, viudas y doncellas- (I, 17).

-Está convencido de la necesidad que de su actuación tiene el mundo.

-La reafirmación que del amor, la libertad, la justicia, la igualdad, la verdad, la honradez, la belleza, la caridad, implica el mantenimiento a ultranza de este ideal, pone de manifiesto las contradicciones de la sociedad. Y así, por pura dialéctica, surgen la desigualdad, el abuso del poder, el desamor, la fealdad, la apariencia, la injusticia, la falta de caridad, la hipocresía....del tema central se va desgranando el resto de los temas de la novela.

-A pesar de la comprensión de sus contemporáneos, para D. Quijote lo importante son los efectos que sobre sí mismo tiene el mantenimiento de su ideal, porque, como él mismo afirma: “...después que soy caballero andante soy valiente, comedido, liberal, biencriado, generoso, cortés, atrevido, blando, paciente, sufridor de trabajos, de prisiones, de encantos...” (I. 50). Así lo expresa Sancho al regresar a la aldea en la última salida, a pesar de que don Quijote “viene vencido de los brazos ajenos, viene vencedor de sí mismo, que, según él me ha dicho, es el mayor vencimiento que puede darse. (II, 72).

OTROS TEMAS:

-El amor (el impulso amoroso, el amor sentimental...).

-Las armas (de la milicia, de la caballería andante, de la vida del soldado....) en clave doble:

a) Como parodia.

b) Como filosofía de la vida (I, 37-38; I, 13; II, 24; II, 27; II, 1- 6-17; I, 11; Capitán cautivo (II, 39-41).

-El linaje, la fama y la honra (I, 21; II,6; I,13; II,32); Concepción de Sancho y Teresa Panza (II,20: Hay dos clases de linaje “el tener y el no tener”); II,43 y II,45).

-Lo literario: I, 6 juicios acerca de obras concretas. (I,32: preferencias del público sobre los libros de caballerías considerados genéricamente (Venta de Palomeque); I, 48: perspectiva teórica sobre los libros de caballerías (el cura y el canónigo) desde el punto de vista de la preceptiva literaria aristotélica; sobre la comedia (I, 48); diálogos sobre la I parte y el Quijote apócrifo (II); definición de la poesía (I, 18); II,16); visita a la imprenta (II,62); el mecenazgo (II,24); la traducción (I, 6; II,62).

Temas y referencias ocasionales: igualdad y justicia (I, 11); justicia y libertad (I, 22 –galeotes-); libertad (I, 45-cuadrilleros-; II,57); esclavitud (II,24: soldadito); educación (II, 16); la hermosura, la elección de marido, la inquisición, la expulsión de los moriscos, la esgrima, el juego, la caza, la hechicería, los agüeros, la alcahuetería; la lealtad, la afrenta y el agravio, la soberbia y el desagradecimiento, etc.

TÉCNICAS NARRATIVAS

1) PUNTO DE VISTA NARRATIVO

Es una novela de múltiples perspectivas, es decir, los hechos y personajes están enfocados desde varios ángulos que enriquecen nuestra visión.

-Perspectiva del autor: Cervantes se introduce él mismo en la novela, primero como investigador que busca en los anales y en la memoria de las gentes de La Mancha para acarrear datos sobre las andanzas de loco famoso, y luego, como la persona que compra en Toledo el manuscrito del sabio moro CIDE HAMETE BENENGUELI. Adopta, pues, la postura del auto-transcriptor, que se limita a facilitárnoslo escrito por otros autores.

-Perspectiva del narrador : A partir del cp 9, el narrador es, como sabemos, Cide Hamete. El será el responsable e los aciertos y de los defectos de la narración, lo que permite a Cervantes bromear con los lectores sobre la verosimilitud o no de ciertos episodios, trasmitiéndonos así , irónicamente, su visión de la relatividad de las cosas humanas. El narrador, que parece ser Cide Hamete, pero que muchas veces es suplantado por el autor, se permite opinar sobre el comportamiento de sus personajes, sobre la engañosa apariencia de las cosas, sobre el valor moral de los hechos. Se trata, pues, de un narrador omnisciente, presente en todo momento en la narración, desde donde conduce a donde quiere la atención del lector. No se limita a narrar, sino que constantemente enjuicia los hechos.

-Perspectiva de otros personajes: Son muchos los personajes que nos comunican, con sus reacciones o con sus palabras, la opinión que les merecen los protagonistas, sobre todo, Don Quijote. En la segunda parte, abundan los que decididamente adoptan el punto de vista del lector, puesto que aparecen como lectores ellos mismos de la primera parte. El conocimiento previo que tienen de la locura del caballero les permitirá dirigir a su antojo la conducta de éste, haciéndole participar en las aventuras prefabricadas por ellos.

2) LA NARRACIÓN

Todos los episodios que corresponden a la trama principal están narrados en tercera persona, forma habitual de los relatos. Cuando son los personajes los que cuentan a otros su vida pasada, la narración se hace en primera persona. Es el caso de algunos relatos intercalados. Otros utilizan la tercera persona narrativa porque están narrados por alguien que, sin haber participado en los hechos, los conoce.

Bien sea en tercera persona o en primera, la narración ocupa un lugar destacado en la novela, como corresponde a un género épico.

CARACTERÍSTICAS NARRATIVAS:

1.-Autor-narrador: Autor y narrador son dos conceptos diferentes y no siempre coinciden. El autor es la persona, externa al texto, que selecciona los grandes criterios narrativos –aquel que determina quién es el narrador y cuáles son sus características, qué es lo que se relata y el modo en que se relata- mientras que el narrador es la voz que nos relata la acción. Así, Cervantes, autor del Quijote, no siempre actúa como narrador de su relato.

El narrador omnisciente en el Quijote: Entre las múltiples posibilidades a su alcance, el autor del Quijote ha querido que su historia sea relatada por un narrador omnisciente –aquel que sabe más que los personajes y puede acceder incluso a sus pensamientos. No obstante, a pesar de su omnisciencia este narrador no ha sido testigo directo de los hechos que narra., sino que reelabora la historia a partir de diversas fuentes orales y escritas, la más importante de las cuales es la Historia de Cide Hamete Benengueli. En esto Cervantes no hace nada más que seguir un convencionalismo común de los libros de caballerías.

En otras ocasiones, en cierto tipo de situaciones basadas en las intervenciones orales de los personajes, el narrador comparte con ellos la función narrativa.

Finalmente, el narrador pasa a un segundo plano en las frecuentes ocasiones –relatos interpolados o intercalados- en los que el autor utiliza el procedimiento del relato dentro del relato, por el cual se introducen historias narradas directamente por los personajes.

La línea del relato: Aun cuando en términos generales, el relato sigue una progresión lineal, lo cierto es que para actuar sobre la tensión narrativa y sobre la tensión del lector, el lector recurre a toda una serie de procedimientos que alteran la linealidad.

En este sentido, el hilo del relato se va alterando:

a) Por la bifurcación de la acción durante las separaciones de caballero y escudero.

-I parte, cap. 26 –Don Quijote en Sierra Morena-.

-II parte, cap. 44-55 -El gobierno de la ínsula-.

Durante la segunda separación el narrador alterna el relato de las acciones de dos personajes.

b) Por las suspensiones, que pueden ser:

-Suspensiones bruscas, con las que la atención del lector puede dispersarse. La más drástica de estas interrupciones es la que se produce en el capítulo 9 de la I parte cuando D. Quijote y el vizcaíno quedan con las espaldas en alto. En este caso la suspensión se produce por el convencionalismo cervantino de no saber cómo continuaba la historia. (Otros ejemplos semejantes: I, cap. 20, 24, 35).

-Suspensiones marcadas por ciertas intervenciones extensas del narrador (atribuyéndolas así mismo o a Cide Hamete) para explicar aspectos oscuros que afectan a la verosimilitud del relato. (son muy numerosos a lo largo de la obra).

-Suspensiones marcadas por las interpolaciones.

c) Por los cambios marcados por la transición entre capítulos. Aun cuando es frecuente, especialmente en la I parte, que la acción, diálogos o discursos, o las narraciones interpoladas se continúen sin interrupción (I, 37-38; II, 72-73), llegándose en algunos casos a un auténtico encabalgamiento entre el final de un capítulo y el comienzo del siguiente:...”Le dejó ir a la buen hora” (I-3) “La del alba seria...” (I-4).

El autor suele aprovechar la transición entre capítulos para cambiar el tercio narrativo. Esta transición puede utilizarse:

-para marcar suspensiones de alguno de los tipos señalados;

-para introducir, sobre todo en la 2ª parte, comentarios irónicos, relacionados con la crónica de Cide Hamete (II, 40);

-para introducir diálogos o hechos que, según se anuncia, merecen capítulo aparte (II. 10).

-para introducir poemas (I, 13-1). Cartas (I, 37-38) o interpolar relatos de los personajes.

El tiempo o ritmo narrativo: En el Quijote hay un continuo cambio de ritmos, y el predominante es el ritmo o tempo lento. La novela deja una impresión final en el lector, de reposo: largos diálogos apacibles entre amo y criado sobre sus cansinas cabalgaduras, calma del campo, flema de Sancho y sosiego también de D. Quijote, hombre de carácter vivo, pero básicamente tranquilo.

La narración fluye, en general, mansamente, trabada y continua, sin bruscas cesuras.

Un ejemplo de tempo lento nos lo ofrecen las repeticiones con que se narra la brevísima batalla de vizcaíno con D. Quijote (I, 8-9).

El ritmo vivo, por lo contrario, aparece en aquellos episodios en que se acentúa el dinamismo de la acción, como, por ejemplo, en las peleas tumultuosas de la venta de Palomeque (I, 16 y 45). Pasa entonces a predominar el estilo verbal. L o mismo ocurre en la aventura de los leones (II, 17)-basada toda ella en la expresión del movimiento-, así como en el apretado relato del caballero del sol (I, 21), en el que mediante el cambio progresivo de los tiempos verbales, D. Quijote pasa de imaginar una historia a protagonizarla.

3) LA DESCRIPCIÓN

Las descripciones tienen un papel muy significativo en el relato. Suelen responder en cuanto a su realización, estructura y forma, a un criterio selectivo. Aunque por regla general Cervantes suele ser muy escueto en sus descripciones, es decir, de breves rasgos y siendo estos los más significativos o los que más destacan en la realidad retratada, el empleo de las mismas viene determinado por la situación, el momento, el tipo de personaje u otras circunstancias. Así se complace en ser detallistas en las descripciones del movimiento, la voz y el aspecto de algunos personajes, mientras que a otros los caracteriza con pocos datos, con breves pinceladas.

Por otra parte, son muy pocas las veces que se detiene a describir los paisajes; y sin embargo, parece complacerse en la pintura de aquellos objetos que revisten una dimensión significativa dentro de la trama. (ej. La cama que caerá desvencijada en la venta, I, 16

Por otro lado, en ocasiones se introducen descripciones paródicas de tono bucólico (El alba, II, 14), que inicialmente contrasta con la economía que preside otras descripciones paisajísticas y ambientales.

4) EL DIÁLOGO

Al analizar los diálogos de El Quijote, hemos de atender a su función, a su relación con el argumento y a la situación concreta en que se inscriben; al tono general: grave, paródico, didáctico, argumentativo, oratorio, humorístico; y a las fórmulas orales: diálogo conversacional, discursos, soliloquios, etc.

Los pasajes orales de mayor extensión suelen combinar diferentes procedimientos y tipos de diálogo; y la transición entre unos y otros tipos es, en ocasiones, difícil de establecer con nitidez.

El diálogo central entre D. Quijote y Sancho:

El Quijote presenta un gran diálogo central, al que podríamos denominar eje dialogado de la novela que tiene lugar entre D. Quijote y Sancho.

Dicho diálogo se inicia con la incorporación de Sancho Panza, y jalona toda la acción novelística (I, 7 - II, 74)

El diálogo central:

-Se interrumpe durante las separaciones entre D. Quijote y Sancho. (Penitencia de Sierra Morena: I, 26-29; gobierno de Sancho II, 44). En este último caso la relación entre amo- criado se mantiene por vía epistolar.

-Disminuye en los episodios sedentarios de la obra: Venta de Palomeque (I, 32-47), palacio de los duques (II, 30-57 y 69-70)

El diálogo central se resiente entonces de la presencia de terceros personajes, la interpolación de historias ajenas a la trama principal, etc.

La característica principal del diálogo entre D. Quijote y Sancho es la naturalidad y la fluencia, así como la serenidad de tono, aunque presenta diversos clímax que se corresponden con sus momentos de enfrentamiento (I-20, 30,46; II,17,28, 31, 35, 58, 60)…

Este diálogo centras tiene las siguientes funciones:

a) D. Quijote y Sancho asumen en determinados pasajes funciones narrativas.

b) A través del diálogo, D. Quijote alecciona a Sancho acerca de las cuestiones de caballería. Por extensión, este aleccionamiento facilita también al lector las claves de la parodia.

c) D. Quijote y Sancho se refieren constantemente a sí mismos. La caracterización que se opera por esta vía –autodefinición- contrasta con la que nos ofrece l narrador.

d) Finalmente conviene señalar el valor humorístico de muchos de los diálogos, especialmente en las referencias de cada uno al habla del otro.

Diálogos graves:

Con frecuencia, D. Quijote se detiene a dialogar con los personajes que encuentra al hilo de sus aventuras.

Estas situaciones carecen de contenido narrativo. Se trata de episodios estáticos cuyo valor fundamental estriba en la exposición por D. Quijote o sus antagonistas, de juicios abstractos de alcance social, de contenido ético, metafísico, político o literario.

La situación es la propia del diálogo. El argumento no progresa. Lo que reviste importancia no es la acción –que no existe o es anónima- sino lo que dice.

Los soliloquios:

Son parlamentos que un personaje pronuncia a solas y para sí mismo. Suelen introducirse mediante la fórmula: “decía entre sí”.

Los más frecuentes consisten en comentarios breves de los que se vale el autor para la caracterización puntual del personaje. En los soliloquios extensos, que se producen en las separaciones de los protagonistas, el personaje reflexiona sobre su situación. Algunos de los soliloquios más importantes son: el soliloquio de D. Quijote sobre Roldán y Amadís (I, 26), sobre su fidelidad a Dulcinea tras conocer el amor de Altisidora (II, 44); el de sancho sobre los vasallos negros (I, 29). El soliloquio de la búsqueda de Dulcinea por Sancho en Toboso (II, 10) tiene una primera parte desarrollada en forma de diálogo encadenado de preguntas y respuestas entre Sancho y su propio personaje desdoblado –“vuesa merced”-. Importantes para la construcción de la historia son los breves soliloquios iniciales de D. Quijote (I, 1 y 2).

Los discursos:

Son fórmulas orales próximas al soliloquio. A diferencia de éste, los discursos son intervenciones en alta voz y teniendo siempre el personaje que los pronuncia testigos que lo escuchan. En todos los casos es D. Quijote quien los emite, tienen un tono argumentativo y están dirigidos a personajes que no interviene. Los más importantes son el de la Edad de Oro (I, 11), el dirigido a los galeotes (I, 22) y el de las armas y las letras (I, 37-38)

De la exaltación caballeresca de D. Quijote. El autor los utiliza, además para fundamentar teóricamente la elección de su personaje del camino de las armas.

LA LENGUA DE EL QUIJOTE

Cervantes, heredero de la ideología renacentista y de la fe en la naturaleza, propugna como técnica estilística la misma de Juan de Valdés: “habla lana regida por el juicio prudente”. El propio Cervantes expone este ideal estilístico en el prólogo de la primera parte: “A la llana con palabras significantes, honestas y bien colocadas, salga vuestra oración y periodo sonoro y festivo, pintado, en todo lo que alcanzárades y fuera posible, vuestra intención; dando a entender vuestros conceptos sin intrincarlos ni escurecerlos.”

En la época de Cervantes, el castellano era ya una lengua madura, en plenitud expresiva, capaz, incluso, de caer en refinados rebuscamientos. Pero Cervantes supo mantenerse en un equilibrado término medio, sin incurrir nunca en los excesos barrocos de algunos de sus contemporáneos. Su estilo más característico es la narración realista y el discurso familiar, lo que no le impide utilizar otros registros expresivos cuando lo considera necesario. Así es frecuente la utilización con fines paródicos de la retórica de los libros de caballería o la construcción de discursos de acuerdo con las normas de la retórica clásica (Edad de Oro, Armas y letras).

Uno de los mayores aciertos de la novela es dotar a cada personaje de un lenguaje propio, de acuerdo con su propia manera de ser y el estrato social al que pertenece. Particularmente expresivo es, en este sentido, el lenguaje de Sancho: refranes, frases hechas, errores léxicos, hacen inconfundible, por un lado, al personaje y, por otro, nos ofrecen una muestra del lenguaje coloquial y popular de la época.

Por eso, el acto de hablar, de comunicarse, es objeto de constantes comentarios de los protagonistas, de otros personajes o del propio narrador. Los personajes tienen una clara conciencia lingüística. Por ejemplo, en sus consejos a Sancho, D. Quijote explica la introducción del neologismo “eructar”:

Regordar...es uno de los más torpes vocablos que tiene la lengua castellana; aunque es muy significativo; y así, la gente curiosa se ha acogido al latín, y al regordar dice erutar y a los regüeldos, erutaciones; y cuando algunos no entienden estos términos, importa poco, que el uso los irá introduciendo con el tiempo... (II, 43).

La lengua del Quijote presenta, como el habla de sus protagonistas, dos tendencias: la coloquial y la culta, presididas por principios opuestos en cuanto a su economía, y que corresponden, a grandes rasgos, a dos visiones contrapuestas del mundo, ya que mientras el lenguaje coloquial apela a la realidad, el lenguaje culto lo hace a su mundo soñado, a través de la imitación de patrones literarios y responde a una intención paródica.

En la obra conviven, por tanto, un lenguaje vivaz, fuertemente expresivo y un lenguaje discursivo, solemne, descriptivo y analítico.

El lenguaje coloquial: Este lenguaje- que presenta una variante o registro rústico- sigue predominantemente una tendencia sintética y económica y tiene gran fuerza expresiva.

Su sintaxis es clara, y está basada en la oración simple y en la coordinación, con escasa subordinación. Utiliza coloquialismos, frases hechas, refranes, máximas, moralejas y exclamaciones.

El léxico es de uso habitual. Las palabras son de corta extensión, lo que determina la mayor brevedad de las frases. Se da un abundante empleo de los sufijos con intención expresiva. Este lenguaje se emplea, sobre todo, en los diálogos, aunque también lo utiliza el narrador. Ej:

-Coloquialismos:“caletre” (talento), “estripaterrones”, “descoserse y desbuchar”, “pelárselas”, “jabonar”.

-Frases hechas: “dar coces como dicen, contra el aguijón”;: “cada puta hile y comamos”; “desnudo nací, desnudo me hallo, ni...

-enumeraciones, a veces largas (amplificaciones)

-adjetivación plurimembre y paralelismos.

Utiliza todo tipo de figuras retóricas como eufemismos, hipérboles, perífrasis, metáforas, comparaciones, metonimias, sentencias, citas...cuyo referente es la realidad mitológica, bíblica o histórica.

Recurre con frecuencia a la expresión convencionalizada del sentimiento, a través de la interrogación retórica o la exclamación, y al empleo de fórmulas orales de origen literario: el planto, la invocación, la profecía, etc.

Este lenguaje se emplea en las intervenciones cortesanas, así como en los discursos y los pasajes apologéticos (de apología, exaltación propaganda). El narrador se vale de él, como ya hemos dicho, unas veces con intención paródica; otras, con una marcada añoranza de un bien perdido. Pormenorizamos sus principales características:

-La adjetivación se caracteriza por la tendencia a la anteposición y a la acumulación, procedimientos que determinan una gran expresividad y énfasis, y en los que late una intención paródica la mayor parte de las veces: “foribundo pagano; descomulgados libros; pesada reja; depravada edad, rubicundo Apolo; doradas hebras; ociosas plumas” (un solo adjetivo);

“fiera y desigual batalla; felicísimo y alto principio; seco y pavoroso rostro; ancha y espaciosa tierra” (dos adjetivos);

“Duro, estrecho, apocado y fementido”; “trabajoso, aporreado, Hambriento, sediento, miserable y piojoso” (adjetivación plurimembre).

-Enumeraciones: Este recurso lo emplea Cervantes para parodiar el lenguaje literario cortesano y caballeresco. Pueden ser bimembres, trimembres y plurimembres: “una luenga ausencia y unos imaginados celos”; “claras fuentes y corrientes ríos”; “melancolías y desabrimientos” (Bimembres; “desmayóse del temor, del sobresalto y del trabajo”; “arcaduces, embustes y enredos”; “vos sois el gato y el ratón y el bellaco” (trimembres); “de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor”; “de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza” (plurimembres).

-Concatenaciones: (o encadenamientos): ponen de manifiesto a continuidad y encadenamiento de una serie de hechos: “Y así como suele decirse: el gato al ratón, el ratón a la cuerda, la cuerda al palo, daba el arriero a Sancho, Sancho a la moza, la moza a él, el ventero a la moza y todos menudeaban con tanta priesa que no se daban punto de reposo...” (I,16, pág.203).

-Paralelismos constructivos: El más frecuente es el de la anáfora: “mira que malandrines y follones me salen al encuentro, mira cuántos vestigios se me oponen; mira cuántas feas cataduras nos hacen coco...”

-Juegos fonéticos como aliteraciones: “estaba determinado de no parecer ante su fermosura fasta que óbviese fecho fazañas que lo fiziesen digno de su gracia”; retruécanos (repetición de varias palabras con inversión del orden de éstas dentro de la oración): “está la diferencia en quienes fueron , que ya no son, y otros son que ya no fueron”; “un cuerdo loco y un loco que tira a cuerdo”; Paranomasias (repetición de palabras de parecida pronunciación y significación diferente que trata de realizar una asociación conceptual): “sonadas / soñadas”; “arrimó recientemente las espuelas a las trasijadas ijadas de Rocinante y le hizo aguijar”; “que mi jumento haya quedado libre y sin costas donde nosotros salimos sin costillas” ; “procurar la cura de su locura”.

-Perífrasis y eufemismos: (como parodia de los excesos retóricos del lenguaje caballeresco) “fértil cosecha de su dulcísimo trabajo = miel; “herir las entrañas piadosas de nuestra primera madre” = ladrar; “caballero destos que dicen las gentes que a sus aventuras van”= caballero andante.

-Hipérboles (valorando o describiendo las cosas fuera de sus proporciones normales): Se trata de otro procedimiento adecuado para la expresión irónica, por la nota de exageración que incorpora: 2despidió treinta ayes y sesenta sospiros y ciento veinte pestes y reniegos”; “el más noble y valiente escudero que tuvo espada en cinta, barbas en rostro y el olfato en las narices”; “nunca vistas hazañas”; “ir por todas las cuatro partes del mundo”.

-Interogaciones retóricas, exclamaciones y apóstrofes: Formas que también tienden a parodiar los excesos retóricos del lenguaje caballeresco: “¡Oh vosotros quienquiera que seáis rústicos dioses!” ; “¡Oh solitarios árboles!”; “¡Oh sabio encantador!”.

-Tropos: Los utilizan con menor frecuencia; sinécdoque “ociosas plumas””= cama; simil “la poesía, señor hidalgo, a mi parecer es como una doncella tierna y de poca edad, y en todo extremo hermosa”; metáfora “Sancho procuraba conservar en la memoria sus consejos, como quien piensa guardarlos y salir por ellos a buen parto de la preñez de su gobierno”.

FUENTE: Departamento de Lengua Castellana y Literatura, IES La Jara.

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