LA PROSA
La prosa anterior al siglo XV fue esencialmente didáctica, como demuestran las obras que se tradujeron en el siglo XIII, entre ellas el Calila e Dimna, el Libro de los engaños o Poridad de poridades.
Alfonso X el Sabio fue el gran impulsor de la prosa castellana, gracias a las labores que llevo a cabo en la Escuela de Traductores de Toledo y a la sistematización cultural que consiguió con todas sus iniciativas. De su producción personal, destacan las obras jurídicas, como las Siete partidas, e historiográficas, como la Grande e general estoria y la Primera crónica general.
Don Juan Manuel fue otro de los grandes autores de la prosa castellana. Su obra más conocida es el Libro de los enxemplos del Conde Lucanor et de Patronio, de fuerte componente moral, pero también narrativa, mediante el ejemplo, del que se vale como instrumento de enseñanza; (está estructurada en dos prólogos más cinco partes, la primera de ellas con 51 ejemplos y el resto con proverbios y un tratado final de doctrina cristiana).
En el siglo XV, el lenguaje establece, por un lado, la tendencia popular, del lenguaje de la calle, representada por obras como El Corbacho o Reprobación del amor mundano del Arcipreste de Talavera; y, por otro, la tendencia culta, de más calidad pero también con más afectación y grandilocuencia, representada por la “novela” de caballerías, como el Amadís de Gaula de Garci Rodríguez de Montalvo, la “novela” sentimental, como la Cárcel de amor de Diego de San Pedro, y la historia, como los Claros varones de Castilla de Hernando del Pulgar.
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