lunes, 22 de agosto de 2011

Reseña crítica de la obra dedicada a Juana Castro Sujeto femenino y palabra poética. Estudios críticos de la poesía de Juana Castro

2003: REY CARMNONA, María, “Sujeto femenino y palabra poética. Estudios críticos de la poesía de Juana Castro” en Axerquia. Revista de estudios cordobeses, nº 20, pp. 207-211. (ISSN 0211-1500).

SUJETO FEMENINO Y PALABRA POÉTICA. ESTUDIOS CRÍTICOS DE LA POESÍA DE JUANA CASTRO

Edición de Sharon Keefe Ugalde


Si bien es cierto que los estudios y el interés por la figura de Juana Castro es algo patente en el panorama crítico literario actual, no lo es menos la relevancia que en el mismo adquiere una obra como ésta. Para empezar, Sujeto femenino y palabra poética. Estudios críticos de la poesía de Juana Castro supone una contribución a la escasa literatura de autores vivos, por lo que ocupa, sin duda, un lugar destacado en las propuestas de la actividad crítica actual. La segunda razón fundamental de la importancia de estos estudios es su proyección internacional: no se trata de autores cordobeses escribiendo sobre esta poeta de Córdoba, como sería el caso de la tesis doctoral de Encarna Garzón o el estudio que Pedro Ruiz realiza como introducción a la antología Alada mía (1995), sino que es una compilación de artículos escritos todos en Estados Unidos. La explicación a este interés por la poesía de Juana Castro más allá de nuestras fronteras es clara: en primer lugar, se debe a la calidad de su poesía y, en segundo lugar, al valor representativo de este discurso poético.

La edición de la obra se debe a la americana Sharon Keefe Ugalde, profesora de literatura española, hispanoamericana y chicana en Southwest Texas State University y especialista en literatura española del siglo XX, sobre todo en aquella escrita por mujeres. Dentro de esta última, algunas de sus obras más destacadas son Conversaciones y Poemas. La nueva poesía femenina española en castellano (1991) o La poesía de María Victoria Atencia: un acercamiento crítico (1998).

Además de editora de la obra, Sharon Keefe es una de las once voces críticas que componen estos estudios sobre la poesía de Juana Castro y entre las cuales se halla tan solo una voz masculina, la de John C. Wilcox. El resto, son en su mayoría autoras norteamericanas o que, al menos, desarrollan su actividad docente e investigadora en Estados Unidos.

Como es sabido, en América, desde que surgieron las primeras feministas, ha habido un gran interés por el papel de la mujer en todos los ámbitos sociales. No es de extrañar, por tanto, que desde la perspectiva literaria se planteen estudios como el que nos presenta Sharon Keefe: el sujeto poético femenino y, concretamente, en Juana Castro.

Como explica Keefe en su obra citada Conversaciones..., mientras que las poetas de otros países occidentales experimentaron un período de gradual autodefinición de una estética feminista desde los años 60, para las poetas españolas esa autodefinición no comienza hasta la década de los ochenta, momento en el que las escritoras de nuestro país ya están preparadas para alcanzar una voz propia y huir de la preocupación de distanciarse de los modelos masculinos.

En definitiva, las escritoras americanas y europeas, sobre todo francesas, llevan veinte años más que las españolas en la llamada por Keefe “fase constructiva", que es donde la poesía adquiere su verdadera identidad femenina.

Por otra parte, si por delante de los estudios textuales siempre van los textos que los originan, podremos estar de acuerdo en que esos veinte años de creación se traducen en algo más en el terreno de la crítica. Pues bien, el libro que nos ocupa es un buen ejemplo de esto: mientras que en España el tema que plantea esta obra tiene un carácter novedoso -en el sentido de lo que se ha trabajado aquí sobre el mismo, y no de lo que se conozca por estudios extranjeros-, en EE.UU. el tema tiene un carácter académico, entraría dentro de lo que allí llaman Estudios culturales, que vendrían a ser más o menos el equivalente de nuestros departamentos. Así, en lo que para nosotros es el departamento de literatura española y en el que una asignatura como -imaginemos- "La identidad del sujeto lírico femenino en la poesía española" es impensable de momento -o, al menos, no sería nada común-, en estos Estudios culturales sí que tendría cabida, ya que para ellos estudiar literatura es, además de eso, muchas otras cosas relacionadas con la cultura como, por ejemplo, ésta que tratamos ahora: el estudio de los textos a través de la perspectiva femenina/feminista.

Como señala Keefe en su estudio introductorio, la obra se realiza desde dos formulaciones críticas: la perspectiva feminista y, en segundo lugar, la valoración del texto por su intensidad expresiva, su poder sintético y su originalidad.

Respecto a la primera de las formulaciones críticas, podemos decir con acierto que Juana Castro se inscribe dentro de esta perspectiva feminista, ella misma lo declara en su converasación con Keefe: "Creo que soy feminista -y no me da miedo la palabra- de una manera visceral". Como Castro explica en esta conversación -y como también se recoge en varios de los artículos-, su feminismo es algo que descubrió desde pequeña al sentir como propias las injusticias de la vida diaria de las mujeres labradoras de su familia.

El ambiente rural del que nos habla en Fisterra (1992) o en Del color de los ríos (2000) es el de Villanueva de Córdoba, pueblo en el que nace en 1945. Educada en este ambiente rural y, posteriormente, en un colegio de monjas, Juana Castro se describe como una mujer muy normal de su tiempo. Se casa joven y compagina su trabajo de maestra con la educación y crianza de tres hijos.

La verdadera vocación por la escritura no le llegó hasta años más tarde cuando su marido y ella vienen a Córdoba a estudiar en la Facultad de Filosofía y Letras. Fue entonces cuando a través de la revista Vindicación Feminista descubre que lo que ella escribía de tarde en tarde era feminismo. No tardó en proponerse el proyecto feminista que supone Cóncava mujer (1978).

Es, pues, a partir de los treinta años, en 1978, cuando comienza su trayectoria poética y cuando comienza a ser reconocida por la crítica y las autoridades en forma de premios poéticos. El primero le llega cinco años más tarde, en 1983, Premio "Juan Alcaide" por Paranoia en otoño, y a él le suceden cuatro más: "Juan Ramón Jiménez" (1989, por Arte de cetrería), "Carmen Conde", "San Juan de la Cruz" (2000, por El extranjero) y "Carmen de Burgos" (artículos periodísticos).

Como hemos esbozado, el título de la obra nos hace plantearnos ciertas particularidades de la recepción española de la misma. Keefe en su artículo introductorio, además de señalar la coincidencia de todos los colaboradores en el interés por la subjetividad femenina, deja claro que el propósito de la obra es como es lógico, directamente, sin cuestionarlo, es decir, se da por hecho que existe un sujeto propiamente femenino. Sin embargo, para la recepción española creo que hubiera sido necesario hacer más hincapié en la teoría del sujeto femenino, no sólo para favorecer el diálogo con aquellos que descartan la existencia de éste, sino para asentar las bases de aquellos que piensas que, al menos, existe una subjetividad femenina más o menos clara; así, por ejemplo, en estos estudios subjetividad femenina y sujeto lírico femenino parecen identificarse, pero ¿seguro que es lo mismo? Es precisamente al explicar cómo se manifiesta esta subjetividad femenina - con mecanismos como la polifonía, la subversión, la revisión o la deconstrucción- cuando más interrogantes surgen. En definitiva, que creo que hubiera sido muy positivo unir a las explicaciones que nos ofrece la obra, otras más vinculadas a esta problemática que manifiesto.

Cuando Keefe en su entrevista con Castro le preguntó sobre la existencia de una estética femenina y la diferencia en la escritura con respecto al hombre, ésta respondió lo siguiente: "intimamente pienso que sí [que la mujer escribe diferente al hombre]. Lo que pasa es que, como la escritura ha sido escrita mayoritariamente por hombres, las fuentes de la tradición las tenemos en esa literatura, y es muy difícil saber si hay una manera propia de escribir en la mujer. Creo que sí porque, si estamos todos de acuerdo en que a un escritor le condiciona su nacimiento, su infancia, su raza, su país, indudablemente, el sexo, que para mí es una marca muy importante, tiene que condicionarle, por lo menos al mismo nivel que los otros condicionantes.

No le falta razón a Juana Castro, pero el tema no es tan fácil. Lo que sí está claro es que su obra nos manifiesta desde muchos ángulos de vista la vida de la mujer, desde las realidades más palpables y cotidianas a las más oníricas y espirituales, tal y como su subjetividad lo ve y lo construye.

Respecto a la coherencia, tanto de contenido como de forma, de los diferentes artículos, creo hay un buen trabajo de coordinación ya que, además de la acertada disposición cronológica de los mismos, hay una serie de coincidencias en las referencias -e incluso en las citas- bibliográficas, como, por ejemplo, vemos en alguna cita de Kristeva o en las referencias a la propia Keefe (sobre todo, su artículo "Subversión y revisionamiento en la poesía de Ana Rossetti, Concha García, Juana Castro y Andrea Luca" y las Conversaciones... ya citadas). Así pues, en los planteamientos teóricos hay también una serie de puntos comunes que siguen una misma línea; por ejemplo, coinciden básicamente en los mecanismos de representación de la subjetividad femenina, para los cuales por lo general suelen citar a Keefe.

Sin embargo, a pesar de esta coherencia, hay algunas ausencias o carencias en el conjunto de la obra como es la de situar a Juana Castro en su contexto, no ya generacional -sólo se alude al hecho de que no empezó con su generación a escribir- sino literario: ¿quién más estaba escribiendo en estos años? Se trata, por tanto, de estudios muy perfectos, estrictos en la demostración de su objetivo, y esto les ciega un poco a la hora de abordar cuestiones de este tipo; en otras ocasiones, el artificio y la compleja retórica del análisis les conducen a conclusiones vacías o erróneas. Tal es el caso del análisis visual y táctil de la edición de Arte de cetrería que realiza Margaret Persin en su artículo "Alegorías de deseo, muerte y rescate en Arte de cetrería (1989), de Juana Castro" (p. 122): esta edición de la obra pertenece a la colección Juan Ramón Jiménez y todas las obras de poesía que en ella se publican llevan el mismo formato y diseño, es decir, el papel de seda transparente que envuelve el libro, el tipo de papel color crema y el juego con varios colores de tinta; por tanto, no creo que se pudiera interpretar el diseño visual como "ese velo transparente como un tipo de himen entre una realidad exterior al espectador, y otra interior, que conduce al goce de la mujer observada, poseída sólo por la vista. Por otra parte, otra lectura de ese velo sería que representa el capirote del halcón, que se mantiene por el cetrero con la cabeza entera cubierta hasta el momento del vuelo. Al quitarse este capirote, el cetrero le concede luz, vista , y la posibilidad de experimentar plenamente el placer, al subir hasta el cielo en el acto de volar". Por el contrario, al final del artículo Persin propone una segunda lectura de la obra muy interesante al considerar al cetrero como la voz de la poeta y al ave como la poesía, la palabra.

Aunque de todos los artículos se puede aprender y aprovechar algo, creo que hay algunos mejor elaborados que otros y, por tanto, más aprovechables. El artículo de J.C. Wilcox sobre Del color de los ríos, por ejemplo, me parece menos consistente, ya que propone analizar este poemario como una "nivola", pero realmente no lo hace, sino que se limita a realizar una clasificación temática y organizada -interesante, por otra parte- de los poemas que componen la obra.

Si quisiera destacar algunos artículos como el de Janet Pérez "Mujer, mujeres y género: las voces poéticas de Juana Castro" por lo que tiene de abarcador y panorámico de la trayectoria de Castro, así como por su presentacion del tema del amor en Castro como algo obsesivo, pero cambiente, dependiente de la voz o voces poéticas que articulan cada uno de los poemarios de la poeta. Aparte de este artículo de Pérez y del introductorio de Ugalde, el resto se centran en una sola obra de Castro o, como mucho, en dos, como es el caso del magnífico artículo de Kay Pritchett sobre Cóncava mujer y Arte de cetrería y el de Raquel Medina sobre Cóncava mujer y Del dolor y las Alas. Por otra parte, sólo en dos ocasiones se repite la obra de la autora objeto de análisis: en Paranoia en otoño (Candelas Gala y Silvia Bermúdez) y en Narcisia (Ana Osan y Anja Jablonski). Muy significativo es también el artículo de Keefe sobre No temerás, ya que realiza un análisis muy acertado de la estructura externa del poemario y del retrato de Salomé en Juana de Castro, contraponiéndolo con lo que Salomé ha significado siempre para la literatura; además, coincidiendo con Pedro Ruiz Pérez, explica cómo esta obra supone una apertura al diálogo en la trayectoria de la poeta. Asimismo, me interesa destacar el de de Dianna Niebylski "Papeles (femeninos) postmodernos: Inestabilidad irónica en Valium 5 para una naranjada"ya que nos habla un poco de la actividad de Juana Castro como ensayista y, sobre todo, nos da a conocer aspectos interesantes de su forma de ver el mundo femenino y el “feminista”, por cuya visión particular, por cierto, es la única vez durante toda la obra que se contraría brevemente su pensamiento. Pero para mí, sin duda alguna, el mejor artículo de todos, es el de esta última, el de Anja Jablonski "El cuerpo femenino en Narcisia: Fuente de autosuficiencia y de/construcción liberadora", fundamentalmente porque me parece el más claro y mejor organizado tanto desde el punto de vista de la forma como desde el del contenido. No sé hasta qué punto influirá el hecho de que Narcisia me parece, si no la mejor, una de las mejores obras de J. Castro. Como dice A. Jablonski, en este punto de la obra de Juana Castro, en Narcisia, ya no tiene que reivindicar la igualdad dentro del sistema, sino que crea un nuevo sistema en el que la mujer adquiere a través de su cuerpo independencia y trascendencia. Asistimos, por tanto, a un momento clave en su escritura poética y que podría coincidir con la “fase constructiva” que señalaba keefe.

En cuanto a las cuestiones tipográficas, creo que el título de la obra es poco generoso con el nombre de Juana Castro en el sentido de que a efectos visuales no es muy perceptible. Por otro lado, y a pesar de que todos los artículos reunen al final una bibliografía, que creo necesaria, sobre todo por la comodidad del usuario, una bibliografía general al final de la obra.

Dejando a parte estas nimias cuestiones tipográficas, quisiera terminar con un deseo: que el trabajo de coordinación que ha debido suponer estos estudios críticos, la contribución que han hecho a la difusión y conocimiento de la poesía de Juana Castro y las propuestas teóricas y prácticas que plantean desde esta perspectiva del sujeto lírico femenino, se repitan, pero, además, desde otros puntos geográficos, otras culturas, otras aulas, para que, de este modo, mantengamos la dialéctica viva y abierta.

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